En estos momentos tan convulsos para los negocios de Restauración y Hostelería, siempre hay algún visionario que a base de pasión, entrega y una confianza ciega en sus posibilidades, sigue apostando por la calidad, incluso en productos a priori comunes, renovando y actualizando la oferta que actualmente tiene: esta persona es Ramón Piñeiro y el restaurante es la Parrilla Riojana.
Su escuela fue el Portal del Echaurren y Marqués de Riscal, junto a Francis Paniego, un cocinero riojano galardonado con varias estrellas Michelín.
Hace poco tiempo ha abierto un nuevo local en el número 17 de la emblemática calle Laurel de Logroño (La Rioja). Se trata de la Parrilla riojana, un nuevo templo de la carne más típica de La Rioja, hecha a la brasa.
La tradición nos dice que La Rioja es tierra de brasas, en muchos casos hechas con los espléndidos sarmientos de sus viñas, en otros se suelen utilizar maderas nobles, que aportan sus propiedades a estas carnes excepcionales.
Ramón siempre apuesta por el producto local, escogido por él mismo en sus muchas idas y venidas al mercado de San Blas y demás comercios de la zona.
Es un restaurante de cocina tradicional riojana, con unos productos de primera calidad y una elaboración apta para todos los públicos.
Existen 2 menús diarios para escoger:
Menú parrilla y brasa (selección de carnes en su parrilla con brasas de carbón de encina). Se compone de quesuco fresco para untar con sus tostas, chorizo de pueblo ligeramente picante y muy sabroso, morcilla riojana de arroz (estilo morcilla de Burgos), salchichón riojano, morros a la brasa, costilla en adobo, chuletillas de cordero, ensalada ilustrada y patatas fritas caseras ‘de verdad’. Incluye un postre casero.
Menú chuletón (chuleta asada en su parrilla con brasas de carbón de encina). Se compone de quesuco para untar con sus tostas, tomatas de Logroño aliñadas con ventresca, cebolleta y piparras, chorizo y morcilla riojana asados a la brasa con pimientos, revuelto de hongos frescos y chuletón de vaca gallega premium asado a la brasa, patatas fritas caseras ‘de verdad’. Incluye un postre casero.
El chuletón sale (como se ve en las fotos) troceado en una bandeja de hierro muy caliente y los platos están tan calientes que mantienen el calor durante toda la comida, detalle que agradecemos especialmente.
Las verduras que se consumen son frescas, de huerta, todo sabor, los pimientos muy sabrosos.
Las raciones son abundantes, es preciso ir con hambre, ‘hasta los estómagos más potentes sucumben al hechizo de estas carnes a la brasa’.
El servicio es de mucho nivel para este tipo de locales, emulando, por ejemplo, al de La Cocina de Ramón, su buque insignia, en el número 30 de la calle Portales de Logroño.
Los postres caseros están riquísimos, muy elaborados y espléndidamente presentados, además de ser el colofón perfecto para este tipo de comida.
Se agradece en estos tiempos de la covid la holgadísima distancia entre mesas.
Cómo llegar: ¡ojo, la calle es peatonal!
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